domingo, 7 de octubre de 2012

Mi complicada resaca de ti


Es tarde, los apuntes están encima de la mesa y sigo aquí sin poder leerlos. Miro por la ventana y veo las luces de fondo arropando la noche. Me relaja, es un momento de soledad, lo que menos me hace falta. No quiero pensar y pienso. En ti, cómo no. 


Has estado conmigo, dentro y fuera de mis pensamientos, me has hecho volver a mirar tus ojos, me has hecho volver a sentir tus manos, oír tus risas y disfrutar tu aroma y aliento. ¿Por qué? ¿Qué necesidad tienes de cautivarme? Lo tienes todo y yo no tengo nada. No se estaba tan mal en la nada, pero los trozos de tus palabras ahora me vuelven a hacer falta. Es como una droga y siempre he pensado que era un absurdo tópico. Pero no, es una adicción absurda, que no aporta nada, que sube mi adrenalina y eriza mi piel. Y que luego vuelve a ser nada, una complicada resaca de sentimientos retenidos una vez más.

No lo hagas más, no me hagas caer en tu cama como si no me importara el resto del mundo. No me fulmines con tus besos, apártame la mirada si algún día me dejo llevar. No me dejes caer más.

Quiero dejar a un lado las escapadas en secreto, el esperarte a solas. No quiero miel en los labios, que luego no dudas en quitarme la dulzura y darme un abrazo amargo. No quiero tus manos abrazándome, no quiero tus dedos rozándome la cara.

La idea del “fuimos” me atormenta, pensar en el “somos” me asusta y sentir un “seremos” para mí es inimaginable. Cómo me gustaría cerrarte la puerta y poder decir con la cabeza alta que no te necesito. Cómo me gustaría decir en voz alta que ahora se ha acabado del todo.

Cómo me gustaría ser más fuerte que tú.

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