jueves, 3 de febrero de 2011

Salir Corriendo


Salió corriendo, corría y corría. No sabía exactamente por qué, sólo que lo necesitaba. Empezaba andando deprisa, aceleraba sus pasos e iba más deprisa. Cuando le apetecía, andaba más despacio y de vez en cuando, paraba, observaba su alrededor y seguía. Incluso en el trayecto también contemplaba el escenario que dejaba atrás tan deprisa, así como sus viandantes.
¿Estaba huyendo de algo? Ni tan si quiera ella lo sabía. ¿Estaba escapando? Sí, todos lo hacen de vez en cuando. Escapar es una opción realmente interesante. Se dice que escapar es de cobardes. Quizás se equivoquen, quizás no. Pero como se trata de una opción tan alentadora como cualquiera, no debe ser rechazada.
El caso es que siguió corriendo, pensando uno a uno en sus pensamientos, dedicándoles un mínimo esfuerzo uno a uno. Pero se dio cuenta de que no estaba contenta, intentó hallar la razón más obvia, pero no encontró solución alguna. Estaba en su camino, dejando que sus impulsos guiaran sus pies, eligiendo la velocidad que ella consideraba propia. Pero no se sentía mejor. En el fondo, sabía que algo no le estaba saliendo bien.
Y siguió y siguió...y no sé dio cuenta de que sus pasos le habían llevado lejos. El gélido aire amorataba sus labios y cortaba su rostro mientras que sus ojos comenzaban a nublarse. Se había hecho de noche, el frío había vuelto. Respiro muy hondo. No tenía abrigo.
Y tuvo que volver, su escapada había terminado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario